P: El otro día intentaba explicar la doctrina eucarística de la transubstanciación a una compañera de trabajo que no es católica. ¡Me temo que quedó más confundida al final de nuestra conversación que al principio! ¿Cómo puedo explicar esta doctrina a quienes no son católicos de forma que puedan comprender?

R: Cuando los discípulos se sentaron con Jesús en la Última Cena, se preparaban para celebrar la pascua judía con él. Jesús, sin embargo, tenía algo más en mente.

“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad, comed, este es mi cuerpo.’ Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó diciendo: ‘Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.’” (Mateo 26,26-28)

Algo sucedió en esa última comida que Jesús celebró con sus discípulos. Algo que nunca antes había ocurrido: Pan y vino ordinarios se transformaron en el cuerpo y sangre de Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Estoy seguro de que los discípulos no comprendían del todo lo que acababa de ocurrir, ni lo que sucedería cada vez que celebraran las “Ultimas Cenas” con los primeros cristianos.

Sin embargo, creían y tenían fe en las palabras del Señor, a pesar de que no las comprendían del todo.

Para los católicos de hoy, las cosas no han cambiado mucho. Creemos que en cada Misa, el pan y el vino se convierten en Jesús — su cuerpo, sangre, alma y divinidad — aun cuando no podamos entender cómo es que esto sucede. El milagro de la Eucaristía es un misterio, algo que la razón y la inteligencia humanas nunca pueden comprender por completo.

No obstante, nuestra fe católica se puede razonar y no podemos dejar este misterio como un misterio completo. Debemos hacer lo más que podamos para que tenga sentido para nosotros, aun cuando no sea en su totalidad. Por eso la transubstanciación es un término tan importante qué entender al explicar a otros lo que creemos acerca de la Eucaristía.

La transubstanciación es un término escolástico que intenta explicar cómo pan y vino se pueden transformar en cuerpo y sangre del Señor sin perder su apariencia externa. Aunque esta palabra se usó por primera vez en el siglo XI por Hildeberto de Lavardin, arzobispo de Tours, fue hasta el Concilio de Trento (1545–1563) que se convirtió en enseñanza oficial de la Iglesia.

El Concilio de Trento declaró: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación.” (CIC 1376)

A fin de comprender todo lo que esto significa, debemos entender los conceptos medievales de accidentes y sustancia. Los accidentes son las partes físicas o cualidades exteriores de algo (como los dedos, el cabello y los pies de una persona). La sustancia es la cualidad invisible y eterna de algo (el ser humano).

Pensemos en la vida de una persona humana: Nuestras medidas exteriores están en cambio constante; todos nos vemos muy distintos ahora que cuando nacimos. Lo que permanece sin cambios es quiénes somos en esencia: un ser humano distinto.

En otras palabras, nuestros accidentes cambian, pero nuestra sustancia permanece igual.

En la Eucaristía, es justo lo contrario. En tanto que los accidentes del pan y del vino (sabor, textura, apariencia) no cambian, la sustancia (la esencia de ser pan y vino) sí. Todavía se ven, se sienten y saben como pan y vino, pero se han convertido en verdad en Jesús. Esto es lo que la Iglesia Católica entiende por transubstanciación.

A fin de cuentas, la transubstanciación es un término filosófico que la Iglesia emplea para describir un milagro, el misterio de la Eucaristía. Al igual que los apóstoles, tenemos fe en las palabras del Señor, en que en realidad quería decir lo que dijo. Pero también como los apóstoles, nunca lograremos entender por completo esas palabras.

El Padre Cal Christiansen es párroco de Sn. Pío X en Mountlake Terrace. Envía tus preguntas a “Pregúntale al Padre” a This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. document.getElementById('cloak18e884de818c160db4c89f348ea25ce6').innerHTML = ''; var prefix = 'ma' + 'il' + 'to'; var path = 'hr' + 'ef' + '='; var addy18e884de818c160db4c89f348ea25ce6 = 'editor' + '@'; addy18e884de818c160db4c89f348ea25ce6 = addy18e884de818c160db4c89f348ea25ce6 + 'seattlearch' + '.' + 'org'; var addy_text18e884de818c160db4c89f348ea25ce6 = 'editor' + '@' + 'seattlearch' + '.' + 'org';document.getElementById('cloak18e884de818c160db4c89f348ea25ce6').innerHTML += ''+addy_text18e884de818c160db4c89f348ea25ce6+''; .

Noroeste Católico – octubre 2016