Querida Kianna:

¿Cómo puedo seguir a Cristo como joven en la sociedad de hoy día?

– Discípulo lleno de esperanza

 

Querido joven esperanzado:

Elegir seguir a Cristo es la mayor decisión que puedes tomar. Como declara San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Caminar con Jesús nos lleva a ser aquello para lo que fuimos creados. De hecho, cualquier otra búsqueda en la vida, ya sea un objetivo específico, un pasatiempo o logro, solo nos puede brindar un cierto grado de satisfacción, pero vivir nuestra vida para el Señor es la búsqueda más noble y gratificante que podemos realizar. 

El primer paso es ser lo suficientemente firme y valiente para tomar esa decisión, y el segundo, renovar tu compromiso cada día. La práctica de nuestra fe católica nos invita a elevarnos por encima de muchos estándares culturales, lo cual puede resultar difícil. Una de las conversaciones principales que tengo con mis alumnos es cómo defender la fe, siendo ésta tan impopular. Para hacerlo, es esencial descubrir tu “por qué”, o la razón detrás de tu decisión de seguir a Cristo. 

Como atleta escolar, intentaba mantener presente la meta cuando me costaba practicar o me sentía desmotivada para entrenar. Algo similar sucede con nuestra fe, y conocer la razón por la cual deseas ser discípulo de Cristo puede permitirte avanzar cuando enfrentas las pruebas. Personalmente, disfruto escribir en un diario acerca de las gracias y bendiciones específicas que he recibido, ya que me permite recordar cómo el Señor ha obrado en mi vida. Cuando necesito motivación o un “refuerzo” espiritual, leo mi diario y me conecto con el Señor.

También es importante establecer una rutina diaria de oración. La oración profundiza nuestra amistad con Dios y nos proporciona las herramientas necesarias para embarcarnos en nuestro camino de fe. Incluso cuando no tenemos ganas de orar, es precisamente ahí cuando se nos invita a elevarnos por encima de nuestras emociones y elegir buscar una relación con el Señor. Cuando estaba en la Universidad, un día nuestro entrenador nos hizo practicar afuera, llueva o truene, porque quería que nos preparáramos para correr en todas las condiciones. De manera similar, elegir pasar tiempo con el Señor en oración, incluso cuando nos sentimos desmotivados, desarrolla virtudes que nos permiten defender a Cristo en nuestra vida cotidiana.

Aunque esta búsqueda de Cristo está llena de infinita alegría, de una paz inimaginable y de innumerables bendiciones, Jesús fue muy claro en que ser su discípulo no sería fácil. En este camino, es útil rodearnos de otros discípulos. Esto significa conectarnos con una comunidad, ya sea por medio de nuestra parroquia, eventos locales o grupos de fe. La Arquidiócesis de Seattle ofrece oportunidades para todas las edades para fortalecer nuestra relación con el Señor y ayudarnos a avanzar como sus discípulos. 

El último paso para vivir para Cristo es no perder de vista lo primordial: el camino. El camino es una maratón, no una carrera de velocidad. Si alguna vez te sentiste perdido o luchaste por vivir tu fe, no estás solo. Cristo es misericordioso y su gracia nos permite buscarlo en medio de nuestras imperfecciones y nuestro desorden. Al embarcarte en esta gran búsqueda, ¡sé firme y valiente! Todo el reino del Cielo está contigo para guiar tu camino. ¡Que Dios te bendiga!

Kianna Romo enseña teología en la escuela secundaria Arzobispo Murphy y es autora de “La cruz que me liberó” (“The Cross that Set Me Free”). Envíale tus preguntas a: [email protected].