A mí no me molesta Halloween. Tal vez les parezca extraño viniendo de un obispo. Cuando llegan los niños a mi casa a pedir dulces, los disfraces son bastante divertidos — como el niño que viene vestido como refrigerador o como una banana. Creo que mi disfraz preferido de todos los tiempos fue un niño que tenía puesta una nariz de goma con unos anteojos y llevaba un cartel que decía “Dios te bendiga”. Verán, esto era una “bendición disfrazada”. 

Mi tradición para Halloween es entregar tarjetas de santos. Permito que los niños las elijan. ¿Te gustaría San Francisco, Santa Teresa de Calcuta, ¿Santa Kateri Tekakwitha o tal vez el Memorare? Sí, los niños que vienen a mi casa en Halloween reciben una tarjeta de santos — así de simple.

Para ser honesto, también tengo el recipiente típico de caramelos para entregar. Sin embargo, es divertido mirar los rostros de los niños mientras eligen la tarjeta del santo que desean. La verdad es que no muchos niños reciben tarjetas de santos hoy en día. ¿Podrías ayudarme a cambiar eso? ¿Por qué tarjetas de santos en Halloween? Encuentro interesante el hecho de que muchas personas no saben de dónde proviene el término “Halloween”. En la Escocia del siglo XVIII, “Halloween” fue una abreviación de “All Hallows’ Eve”. Traducido a nuestros tiempos, Halloween significa “la noche antes del Día de Todos los Santos”, que por supuesto se celebra cada año el 1° de noviembre. 

Es un día para celebrar a los santos que veneramos, junto con los santos que no conocemos, pero que son conocidos por Dios. ¿Por qué es importante la celebración de Todos los Santos? San Bernardo de Clairvaux, de la Oficina de Lecturas para Todos los Santos, argumentó que no celebramos este día porque los santos necesiten de alguna manera nuestra alabanza. Ellos están en la presencia de Dios. Ellos no necesitan nada. Hay una razón más fundamental para celebrar este día: ¡Todos esperamos ser santos algún día! El monje trapense y autor, Thomas Merton, enfatizó este punto en su libro La montaña de los siete círculos. Reflexionando sobre sus tiempos de juventud, cuando un amigo le preguntó qué deseaba hacer de su vida. Thomas recordó que le respondió sin mucho entusiasmo: “Bueno, supongo que debería desear ser un buen católico”. Su amigo le respondió: “Tonterías, lo que deberías decir es que deseas ser un santo”. Ese desafío le quedó grabado a Thomas durante toda su vida. 

Amigos míos, ¿conocen la palabra que usamos para definir a alguien que está en el cielo? Llamamos santos a las personas que están en el Cielo. Entonces, si alguna vez me oyen preguntar en una reunión o en la Misa — “¿Quién aquí desea ser un santo?” — ¡todas las manos deberían levantarse! Porque somos pecadores, esto lleva una vida entera de conversión. Sin embargo, los santos nos dan esperanza. Ellos nos dan el ejemplo de lo que es el discipulado y sus oraciones nos ayudan a acercarnos a Jesús. 

La Fiesta de Todos los Santos es, entonces, una celebración de lo más digna. ¿Por qué no comenzar la noche antes?

Noroeste Católico – Octubre/Noviembre 2022