P: Hace poco hablamos con nuestro párroco acerca del bautizo de nuestro bebé. Le dije que quería que mi hermano mayor fuera el padrino, pero nuestro párroco nos dijo que aun cuando él había recibido todos sus sacramentos de iniciación, no calificaba como padrino pues no estaba casado por la Iglesia. Sobra decir que estamos desilusionados e irritados. ¿Tuvo razón nuestro párroco en tomar esta decisión?

R: Recién ingresé al seminario, una de las primeras cosas que hice fue buscar un director espiritual. Esto inició primero que nada con la oración: “Dios, ¿quién quieres que sea mi director espiritual?” Cuando recibí la respuesta, hice una cita y me senté con él para la entrevista preliminar. Quería saber si él era en verdad un hombre de oración y alguien con la sabiduría y el conocimiento para guiarme en la vida espiritual hacia una mayor santidad, a través de sus palabras y su ejemplo de vida. De varias formas, la relación entre un seminarista y su director espiritual es la más importante durante los primeros años de seminario. El director espiritual es la persona clave que ayuda a un seminarista a descubrir si está llamado al sacerdocio.

Comparto esta historia porque estoy convencido de que ustedes como padres deben tener un criterio similar acerca del padrino de su bebé. No debería ser solo una persona importante en su familia sino más bien, primero que nada, alguien que vaya a ayudar a su hijo a llegar a ser santo. Algo así como un director espiritual de por vida. Un padrino juega un papel privilegiado y muy especial en la vida de su ahijado; por eso la Iglesia pide algunos requisitos.

¿Cuáles son esos requisitos? Están claramente prescritos en el Código Canónico de la Iglesia. Nos dicen que el papel principal del padrino es asistir al bautizado a “que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.” (Canon 872) Los prerrequisitos para esta responsabilidad principal son claros: “Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que… sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el santísimo sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir.” (Canon 874)

La frase clave en relación a su pregunta es, “que lleve una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir.” Detesto citar a usted el derecho canónico todavía más, pero hay otros cánones que resultan cruciales y que debemos conocer: Los católicos bautizados tienen la obligación de estar casados por la Iglesia para obtener autorización formal para casarse fuera de ella. (cf. Cánones 1108-1129)

Es importante que los católicos estén casados por la Iglesia por dos razones: A nivel pastoral, esto permite a la Iglesia y a sus ministros ayudar a la pareja a discernir correctamente su vocación y capacidad para el matrimonio. En segundo lugar, ayuda a la pareja a recibir la formación adecuada que necesitarán a fin de hacer el compromiso mutuo de por vida el día de su boda. Su párroco tomó esa decisión puesto que su hermano, al optar por no seguir este proceso y obligación como un católico bautizado, no debería ser el padrino de su hijo.

Al comienzo del Rito del Bautismo, el sacerdote o ministro adecuado les pregunta a los padrinos: “¿Están dispuestos a ayudar a los padres de este niño en su deber como padres cristianos?” Ellos responden: “Sí, estamos dispuestos.” Como podemos ver, la Iglesia entiende que esta sagrada responsabilidad sea manifestada tanto de palabra como con el ejemplo de vida, en especial con respecto al matrimonio.

Una solución relativamente sencilla a este dilema sería hablar con su hermano acerca de convalidar (bendecir) su matrimonio por la Iglesia, haciendo así de él un matrimonio sacramental para poder así asumir el papel privilegiado de padrino en la vida de su hijo.

¡Que la bendición de Dios esté con ustedes hoy y siempre!

El Padre Cal Christiansen es párroco de Sn. Pío X en Mountlake Terrace. Envía tus preguntas a “Pregúntale al Padre” a This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. document.getElementById('cloakb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba').innerHTML = ''; var prefix = 'ma' + 'il' + 'to'; var path = 'hr' + 'ef' + '='; var addyb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba = 'editor' + '@'; addyb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba = addyb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba + 'seattlearch' + '.' + 'org'; var addy_textb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba = 'editor' + '@' + 'seattlearch' + '.' + 'org';document.getElementById('cloakb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba').innerHTML += ''+addy_textb868d31c5aeab97f6c628cb5287645ba+''; .

(Traducción: Mauricio I. Pérez)

the English version

Noroeste Católico – junio 2017