CIUDAD DEL VATICANO — El Papa Francisco, de 87 años, agradeció públicamente a Dios por permitirle “hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita”, y eso es viajar a Asia para predicar el Evangelio.

Como es habitual, el Papa aprovechó su primera audiencia general tras su viaje a Asia y el Pacífico del 2 al 13 de septiembre para contar a la gente lo que hizo, lo que vio y lo que más le impresionó de sus viajes.

Dirigiéndose a miles de personas en la Plaza de San Pedro el 18 de septiembre, el Papa Francisco dijo que sus viajes se llaman “viajes apostólicos” porque “no es un viaje de turismo, es un viaje para llevar la Palabra del Señor, para dar a conocer al Señor, y también para conocer las almas de los pueblos. Y esto es muy hermoso”.

En su viaje, el Papa visitó Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.

“l pensar en la Iglesia, todavía seguimos siendo demasiado eurocéntricos”, dijo, pero su visita mostró la realidad de que “la Iglesia es mucho más grande, mucho más grande que Roma y Europa, mucho más grande, y — permítanme decirlo — mucho más viva en esos países”.

En Indonesia, el país con el mayor número de musulmanes del mundo, dijo el Papa, “tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y culturales”.

“Si un cristiano no tiene compasión, no sirve para nada”, dijo el Papa Francisco.

“Fe, fraternidad, compasión”, el lema que los obispos indonesios eligieron para el viaje, son como el túnel que conecta la mezquita principal y la catedral de Yakarta, dijo el Papa. Visitando el túnel y la mezquita, “vi que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y de la guerra”.

En Papúa Nueva Guinea, dijo a la multitud, le impresionó la dedicación de los misioneros — entre ellos un grupo de sacerdotes y religiosas de Argentina — y de los catequistas, que son los principales evangelizadores.

En los jóvenes de la nación, dijo, “ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencias, sin colonialismo ideológico y económico; un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso ambiente natural”.

El Papa Francisco dijo que, en Timor Oriental, un país pobre y predominantemente católico, le impresionó sobre todo “la belleza de ese pueblo: un pueblo probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento”.

Los timorenses orientales son un pueblo “que no sólo genera muchos niños - ¡había un mar de niños, tantos! — sino que les enseña a sonreír”, dijo el Papa. “En Timor Oriental vi la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. Quisiera decir, sin exagerar, que ¡respire ‘aire de la primavera’!”.

Aunque la rica ciudad-estado de Singapur contrastaba con los otros tres países, dijo, la minoría católica del país forma “una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones”. Y, dijo, “incluso en la rica Singapur existen los ‘pequeños’, que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, testigos de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar”.

El Papa Francisco comenzó la audiencia presentando a los empleados del Vaticano que leían resúmenes de su discurso en español y en polaco. Arturo López Ramírez y Monika Nowak tienen previsto casarse el sábado, y el Papa dijo: “Es hermoso cuando el amor lleva a dos personas a formar una nueva familia”.

Y el Papa terminó su audiencia, como de costumbre, rezando por la paz en Israel, Palestina, Ucrania, Myanmar y “muchos lugares donde hay guerras, guerras horribles”.

Cerrando los ojos, rezó: “Que el Señor nos dé a todos un corazón que busque la paz para vencer a la guerra, que es siempre una derrota”.