El segundo capítulo del Evangelio de Mateo relata el viaje de los Magos, también conocidos como los reyes magos. Celebramos este evento en la solemnidad de la Epifanía (este año será el 3 de enero).

Los pueblos antiguamente creían que los nacimientos y las muertes de los reyes en la tierra eran señalados por eventos en el cielo. Fuentes no-bíblicas identifican a los Magos como persas estudiosos de la astrología y de la interpretación de los sueños, entre otras cosas. Con estas referencias del pasaje de Mateo, podemos hablar de dos importantes cuestiones.

Primero, ¿hubo algún evento astronómico que corresponde al relato de Mateo?

La respuesta corta es que hubo una serie de eventos que pudieron haber suscitado esta curiosidad e incluso una investigación. Algunos eruditos de las Escrituras y astrónomos sugieren la alineación histórica de Saturno y Júpiter en el añ 7 a.C., mientras que otros apuntan a la aparición de un cometa cerca del año 5 a.C. Incluso otros académicos sugieren la posibilidad de una supernova.

Se debe notar que hay un error en nuestro sistema de calendario que ubica al nacimiento de Jesús d.C. En primer lugar, la realidad es que es muy probable que Jesús haya nacido entre los años 2 y 3 a.C., lo cual ubicaría su nacimiento muy cerca, tanto de la alineación planetaria como del cometa.

Así que la respuesta es que sí sucedió un fenómeno astronómico alrededor del momento del nacimiento de Jesús, que pudo haber sido interpretado por los magos persas posiblemente como el nacimiento de un rey en la tierra.

Lo segundo y más importante: ¿Cuál es el significado de la estrella y del viaje de los magos? Esta es la pregunta en la que Mateo desea que nos enfoquemos. Analicemos algunas de las verdades redentoras que se comunican en este pasaje.

  1. Revelación natural: estudiar el orden creado puede llevarnos a reconocer a Dios como Creador. Como nos recordó el Papa Benedicto XVI, no puede haber contradicción entre las ciencias naturales y la religión, ya que es el mismo Dios quien crea y quien revela. Las ciencias naturales deben llevarnos a un reconocimiento fiel de Dios como Creador. La estrella que brilla en la noche es el medio utilizado para esta revelación natural.
  2. La palabra de Dios: Para llegar a la plenitud de la revelación, debemos estudiar las Escrituras. Este es un mensaje permanente para todos los que deseamos conocer a Dios más claramente, amar a Dios más profundamente y seguirlo más de cerca. No hay sustituto para la palabra de Dios, a través de la cual Jesús continúa revelándose a nosotros. Como dijo San Jerónimo, "La ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo". Eso es especialmente cierto para los profetas del Antiguo Testamento, que no solo anunciaron a Belén como el lugar del nacimiento, sino que también predijeron la presencia de una estrella (ver Números 24,17).
  3. Perseverancia en el discipulado: Los magos dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a su fiel búsqueda, probablemente años. Este detalle nos recuerda que nuestra fe es un viaje de toda la vida, que requiere perseverancia para que nos detenga la complacencia o abandonemos nuestros fieles esfuerzos cuando nos decepcionemos porque no obtener resultados inmediatos.

Al iniciar un nuevo año calendario, tal vez uno de estos tres aspectos del pasaje nos pueda inspirar para profundizar en nuestra fe. Que Jesús, la Luz del Mundo, quien brilló en la oscuridad, nos guíe a adorarle y a servirle poniendo nuestras vidas a su servicio.

Noroeste Católico - Enero/Febrero 2021