En su segundo año como tacle ofensivo para los Seattle Seahawks, Abraham “Abe” Lucas está viviendo su sueño de infancia. Pero, aun así, es la fe, no el fútbol americano, lo más importante para este jugador que se describe como “ferviente católico”.

“Es mi enfoque principal, marca el paso de todo lo que hago —mi fe y mi relación con Jesucristo”, manifestó Lucas, quien creció en Everett. “Es mi propósito de vida”. 

Con 6 pies, 6 pulgadas de altura y 322 libras de peso, Lucas no es alguien con quien quieres enfrentarte en el campo de juego. Fuera del campo, se lo describe como un “amable gigante”, considerado y leal. Lucas, quien cumple 25 años en octubre, es accesible, abierto y honesto —dispuesto a compartir sus luchas y dispuesto a hablar acerca de ser católico.

“Él ha experimentado sus propias cruces, sus propios sufrimientos, pero Cristo siempre ha estado en el centro de su vida y en cómo intenta vivir su vida”, declaró en un video el Padre Paul Heric, párroco de Lucas en el Centro de estudiantes St. Thomas More de la  Universidad Estatal de Washington.

‘Gran evangelizador’ para la fe católica 

Lucas expresó que considera toda su vida como un ministerio y cree que el fútbol americano es su llamado “en este momento”. 

No falta ningún fin de semana a Misa e intenta rezar el rosario diariamente (a veces a bordo de algún vuelo con el equipo), ir a confesión semanalmente y asistir a Misa diaria lo más que puede. En julio, comenzó los ejercicios espirituales de San Luis de Montfort “Consagración total a Jesús por medio de María” (su madre siempre lo animó a orar más a María). 

Se siente inspirado por el Padre San Pío —“la inmensa cantidad de batallas que atravesó” y “su vida como testimonio del amor de Dios”. 

Abraham Lucas asiste a Misa dominical con su familia en la iglesia de Santo Tomás More en Lynnwood. (Foto: Stephen Brashear)

No se avergüenza de compartir su fe en los lockers. Lucas recuerda una gran conversación en la sauna con un compañero de equipo —un ferviente cristiano aconfesional —acerca de las diferencias en sus creencias. “Escucharle hablar de su fe, me encanta, es fantástico”, declaró. 

Lucas se siente llamado a “difundir la Palabra de Dios lo máximo posible” —nunca forzándola, pero “si la conversación es abierta y alguien siente curiosidad, por supuesto que yo compartiré lo que sé”. 

Lucas está tan “enraizado en su fe, que puede conversar valientemente y decir exactamente de qué se trata” sin ofender a nadie, expresó el Diácono Dennis Kelly, quien fue ministro Universitario en la escuela secundaria Arzobispo Murphy en Everett durante parte del tiempo que Lucas pasó allí. “Él es, simplemente, un gran evangelista”. 

Y Lucas demuestra claramente lo que es ser católico por medio de los tatuajes en sus brazos: Cristo coronado de espinas, la Virgen María, San Miguel Arcángel luchando contra el demonio, una calavera representando la mortalidad humana y la victoria de Cristo sobre la muerte y Santa Kateri Tekakwitha (su bisabuela paterna tenía sangre nativa y admira el compromiso de Santa Kateri con Dios). 

Los brazos de Abraham Lucas llevan imágenes relacionadas con la fe católica; la Virgen María y Jesús  coronado con espinas se pueden ver en el lado externo de su brazo derecho. (Foto: Stephen Brashear)

Cuando Lucas fue entrevistado por equipos antes de ser reclutado por la NFL, algunos le preguntaron en qué orden de prioridades se encuentra para él el fútbol americano. Probablemente en tercer lugar, les contestó, luego de su fe y su familia. 

“Este es mi trabajo ahora…y amo lo que hago y estoy agradecido por ello”, manifestó Lucas a la revista Northwest Catholic. “Pero si tuviera que elegir entre Dios y el fútbol americano, elegiría a Dios con toda seguridad”. No es una decisión difícil de tomar. Algunas personas no comprenden eso porque no todos tienen fe. 

Abraham Lucas en acción en 2022. (Foto: Seattle Seahawks)

La familia es la base de su fe

Las semillas de la fe de Lucas fueron sembradas y alimentadas por sus padres, Kelly y Julie, antiguos miembros de la parroquia Santo Tomás More en Lynnwood. 

Lucas creció con cuatro hermanas y dos hermanos, siendo él uno de los mayores (tuvo otro hermano, Joseph Michael, que solo llegó a las 18 semanas de gestación, relató Julie). Lucas fue bautizado en el Día de todos los Santos y asistió a escuelas católicas —Santa Elizabeth Ann Seton en Bothell para Montessori, luego Santo Tomás More y después asistió a Arzobispo Murphy. 

“Recuerdo claramente cuando me sentaba al lado de mi mamá y ella me contaba historias de la Biblia, yo era pequeñito, en edad de preescolar y Kindergarten”, confesó Lucas.

Abraham Lucas en el día de su Primera Comunión. (Foto: Cortesía de Julie Lucas)

Uno de los primeros obsequios de Primera Comunión de su madre fue un libro de los santos. Con una excelente memoria “Conocía los santos, los años que vivieron y por qué fueron canonizados”, relató, agregando “No podría recordarlo ahora, aunque mi vida dependiera de ello”.

De pequeño, su vida escolar estuvo plagada de diversas experiencias. Lucas relató que no solo era “inquieto”, sino que siempre fui un niño grande y sentía que muchas personas “no me comprendían”. Pero asistir a Santo Tomás More “fue esencial para edificar mi fe”, expresó.

En casa, la familia rezaba el rosario cada noche. Por muchos años (hasta la pandemia), Julie y Kelly se alternaban durante la adoración de los sábados a las 8 pm en la Iglesia de San Pío en Montlake Terrace, llevando a alguno de los niños cada semana. Lucas expresó que no siempre quería ir, pero “siempre oraba y siempre le servía de algo”. 

Sus padres también enfatizaron “recibir los sacramentos lo más que se podía, especialmente la Eucaristía”, confesó Lucas. La familia iba a confesión al menos una vez al mes; hoy en día Lucas intenta ir a confesión antes de recibir la Comunión. 

“No somos perfectos, por supuesto, pero mi opinión es que hay que intentar ser lo más puros posible…cuando estás, literalmente, consumiendo el Cuerpo de Cristo”, agregó. “Necesitamos una relación íntima con Dios por medio de la Comunión. Por eso necesito ir a confesión para poder recibir la Comunión”. 

Abraham Lucas recibe la comunión del Padre Stephen Okumu, párroco de la parroquia Santo Tomás More en Lynnwood. (Foto: Stephen Brashear)

Los deportes no son más importantes que la Misa

Los deportes también formaron gran parte de la familia de Lucas, ya sea por medio de la participación de los niños en programas deportivos o cuando Kelly asistía o miraba algún partido de fútbol. Pero los deportes nunca fueron más importantes que ir a la Misa los domingos, enfatizó Julie. 

El primer deporte de Lucas fue el fútbol, luego el béisbol y el baloncesto, que se convirtió en su deporte favorito, relató. Jugó tanto baloncesto como fútbol en la escuela Arzobispo Murphy, donde Lucas confesó haber tenido una “excelente experiencia”. 

“Lo bueno de las escuelas católicas es que te exigen realizar algún servicio”, comentó. “No lo comprendía al principio, y era fastidioso a veces porque era los sábados y no tenía ganas”. 

Pero el servicio “fue una gran enseñanza para mí”, confesó Lucas. Lo otro fue aprender el qué y el porqué de las enseñanzas de la Iglesia sobre temas como el aborto y la pena de muerte. Disfrutó estudiar historia (su especialización en la universidad) y las clases de teología, sobre todo en el penúltimo año en el que estudió la historia de la Iglesia. En su último año se enfocó en el debate, “analizando los diferentes puntos de vista desde la perspectiva de cómo Dios obra”, expresó. 

Lucas también fue un participante activo del ministerio universitario. “Ya sea en Adoración o en el rezo del rosario, él estaba allí”, declaró el Diácono Kelly. Y cuando llegaba para orar con el equipo de fútbol americano antes de los partidos, era Lucas quien ponía a los jugadores “en una actitud de oración”. 

Cuando llegó el momento de hacer su confirmación, los padres de Lucas le dejaron tomar la decisión. “Recuerdo que mi mamá me dijo: ‘Si no vas a tomarlo en serio, no lo hagas.’ Ella en realidad dijo que la Iglesia no necesita católicos mediocres, sino personas que intentarán lo máximo posible respetar los sacramentos y los mandamientos”. 

Lucas estaba totalmente convencido. Fue confirmado en la parroquia de Santa Elizabeth Ann Seton.

La familia Lucas se reúne luego de la Misa dominical — en la fila del frente están Elianna, Isabella, Andrew, Sophia y la mamá, Julie; atrás están Michael, el papá, Kelly, Abraham y Julia. (Foto: Stephen Brashear)

Cómo lograr los objetivos personales: crecimiento espiritual en WSU

Cuando su familia lo llevó al campus Universitario en su primer año en WSU, allí fue donde Lucas se percató de que mantener su fe ahora estaba a su cargo.

Fue algo que sus padres habían enseñado a sus hijos durante la infancia: “cuando salgan al mundo real, no la pierdan (la fe) porque hay muchas distracciones”, explicó Lucas. 

Finalmente comprendió de qué estaban hablando cuando tuvo que lidiar con las distracciones y tentaciones de la vida universitaria. Decidió conservar su fe, continuando el camino que había comenzado en su hogar y yendo a Misa todos los fines de semana. 

Su primer entrenador de la universidad le dio lecciones acerca de “ser un hombre, hacer tu trabajo y hacerlo sin quejarte”, relató Lucas, enseñanza que tradujo a su vida de fe. Cambió su perspectiva. Cuando regresó de WSU a su hogar por primera vez, era una persona diferente, manifestó Lucas: era un hijo y hermano más respetuoso. 

A veces las cosas no iban de lo mejor en su vida de fe, y cuando no iban bien, Lucas confiesa que era difícil admitir que no podía manejarlo solo y que necesitaba guía espiritual. Luego de que el Padre Heric fuera asignado al Newman Center, Lucas comenzó a pasar más tiempo allí, yendo a Adoración, confesión y a Misa diaria, algo que el Padre Heric había sugerido. “Alcancé un gran crecimiento espiritual con él por medio de la confesión”, admitió Lucas. 

En una de sus primeras reuniones con el Padre Heric, Lucas llegó preparado para un “tipo de confesión profunda, de transformación del alma” con “dos o tres páginas de cuaderno llenas de cosas que había hecho”. Lucas comentó que el Padre Heric le animó a continuar sintiéndose responsable, pero también a darse cuenta de que “no eres una persona mala o sucia solo porque pecas. Eso solo significa que eres más humano que cualquier otra cosa”. 

A lo cual Lucas agregó que “igualmente es difícil porque tú quieres ser tu mejor versión”.

En los meses ajetreados y difíciles antes de ser reclutado por la NFL en 2022, Lucas pasó por mucha ansiedad e incertidumbre, pero “lo soporté implacablemente y lo superé”, relató en un video del Centro Newman con el Padre Heric. “También fue una oportunidad para profundizar en mi fe más aún y confiar en Dios”. 

Abraham Lucas celebró su fiesta del día del draft en el Newman Center de WSU. (Foto: Cortesía de Julie Lucas)

Lucas celebró su reclutamiento en el Centro Newman; fue reclutado en 72° puesto en general —el cual era su número de camiseta en la secundaria y en la universidad (y es el número de camiseta que ahora lleva en el equipo de los Seahawks). 

Retribución: el esfuerzo por vivir una vida fiel

Más allá de la fe, la familia y el fútbol americano, Lucas disfruta tocando la guitarra y escuchando todo tipo de música “compleja”, desde el heavy metal (que encabeza su lista de canciones para antes del partido) hasta jazz y música clásica.

Abraham Lucas organiza un campamento de fútbol americano en su escuela secundaria, su alma mater, Arzobispo Murphy, en Everett. (Foto: Seattle Seahawks)

Y está encontrando maneras de retribuir por lo recibido. En junio, organizó un campamento de fútbol americano para jóvenes en Arzobispo Murphy. En julio, viajó con algunos miembros del personal de los Seahawks hasta Anchorage, donde visitó a pacientes en el hospital de niños y entregó zapatos donados a los niños y ayudó a establecer un campo de flag football.

Lucas desea seguir retribuyendo a los menos afortunados, mencionando a la organización San Vicente de Paúl como “una gran organización para ese tipo de cosas”. Y San Vicente de Paúl mismo fue “un increíble santo que realmente dedicó su vida al concepto de dar esperanza a las personas”. 

También le gusta la idea de “caminar con los jóvenes (hombres) mientras intentan dilucidar sus vidas y crecer más en la fe”. 

Lucas busca la excelencia, no solo en el fútbol americano, sino también en la fe. 

Vivir una vida católica no siempre es fácil, expresó, y no siempre se siente motivado o tiene éxito en sus esfuerzos. Pero servir a Dios viviendo su fe “no es nada más que mi deber con Dios en esta tierra”. 

“La belleza de esto”, agregó Lucas, “es que me acerco más y más a Dios y su reino celestial cuando vivo de la manera en que he sido llamado a hacerlo”.