Testimonios de éxito en las aulas de toda la arquidiócesis

Al principio del año escolar 2020–2021, Gwen Rodrigues, directora de la Escuela Regional Inmaculada Concepción en Mount Vernon pensó: “El Señor parece estar de nuestro lado”.

El año anterior, la escuela inició un programa de laptops para niños de quinto a octavo grado. Así que, cuando el COVID hizo que la escuela tuviera que ofrecer educación remota, los docentes pudieron enviar a sus alumnos de grados superiores a casa con tecnología de punta. 

Hubo desafíos que enfrentar; algunos alumnos no tenían conexión adecuada a Internet en casa, mientras que otros no tenían un lugar tranquilo para trabajar y aprender. Los maestros comenzaron a notar que algunos estudiantes estaban perdiendo el interés o que no se presentaban a sus clases por Zoom. 

Rodrigues atribuye la idea de habilitar el gimnasio de la escuela a la creatividad de su personal docente. Los alumnos podían aprender en un espacio manteniendo la distancia social y tener acceso a wi-fi. Y Rodrigues personalmente visitó el hogar de cada alumno que raramente faltaba a clase. Les llevó sus paquetes de tareas escolares, y les ofreció usar el gimnasio.

“Lo que todo el mundo quiere es consistencia, predictibilidad”, expresó Rodrigues. “El COVID no se presta a eso. Tengo un personal excepcional aquí que ha sido muy flexible y muy resiliente y comprometido con su misión”. 

Las Escuelas Católicas en la Arquidiócesis de Seattle volvieron a la instrucción en persona mucho más rápidamente que las escuelas públicas durante la pandemia de COVID-19. En general, no solo sobrevivieron al desafío, sino que prosperaron. Las escuelas han creado listas de espera, han realizado recaudaciones de fondos sin precedentes, y experimentado una cantidad de milagros de gracia. 

La clave: girar sobre un eje                        

Cuando pedimos a los docentes católicos que describan el año pasado, la expresión que más frecuentemente utilizan es “girar sobre un eje”. 

Para la mayoría, esto significaba comenzar el año escolar en setiembre de 2020 con un programa de instrucción remota, luego separar a los niños en diferentes grupos para ir a la escuela en horarios diferentes, luego redoblar los esfuerzos para llevar a cada grado a la escuela a un ritmo lento pero constante hasta que todos puedan estar en la escuela al mismo tiempo.

Pam Schwartz, directora de la Escuela Santa Catalina en Seattle, confunde hasta a la mente más brillante cuando describe cómo los alumnos de kindergarten hasta segundo grado regresaron a la escuela en octubre de 2020, los del tercer grado regresaron en noviembre, luego los alumnos del cuarto y quinto grado estaban en la escuela en enero, y los de la escuela media comenzaron el modo híbrido (en persona y online) en febrero. “Girar sobre un eje” se refiere a alternar modelos de aprendizaje: remoto, en persona, o una combinación de ambos. 

Un desafío constante ha sido el transporte. Las escuelas que previamente ofrecían transporte han tenido que suspenderlo debido a la dificultad de mantener las precauciones contra el COVID-19 a bordo. Esto es particularmente difícil para escuelas como Santa Cecilia en Bainbridge, ya que el 35 por ciento de sus alumnos vive fuera de la isla, y la Escuela Regional Inmaculada Concepción que sirve a alumnos de tres condados que viven hasta a 60 millas de distancia. Los directores de ambas escuelas dicen que, a pesar de ello, cada alumno está llegando a clases gracias a padres que están dispuestos a hacer el largo recorrido — un testimonio de lo importante que es para las familias que sus hijos estén en sus aulas y con sus compañeros.

Los protocolos proveen de un ambiente seguro para aprender en la Escuela Regional de la Inmaculada Concepción. Foto: Stephen Brashear

Protocolos, protocolos y más protocolos

¿Ha habido casos de COVID en escuelas del Oeste de Washington?

La respuesta, a grandes rasgos, es no. 

Ha habido casos aislados — un miembro del personal que contrae el COVID pero que no ha tenido contacto con los niños, o una familia que da positivo durante unas vacaciones de fin de año — pero varios directores manifestaron que los protocolos que se establecieron han prevenido una mayor propagación.  

“Nuestras familias han tenido mucho cuidado de respetar las reglas”, explicó Pam Schwartz en Seattle, “Es un trabajo de equipo.”

Las reglas son las normales. Todos los alumnos y los docentes usan mascarillas. Las familias llenan formularios en línea cada mañana asegurando que ningún miembro de su familia presenta síntomas parecidos a los del COVID. Si alguien en el hogar presenta algún síntoma, el alumno se queda en casa. Protocolos adicionales requieren que los alumnos mantengan 6 pies de distancia mientras están en la escuela — un desafío que muchas escuelas superaron estableciendo las aulas en salones parroquiales y gimnasios. Las escuelas también escalonaron las horas de almuerzo y recesos para evitar que los alumnos de distintos grados se aglomeren. 

La directora Susan Kilbane de la Escuela Santa Cecilia de la Isla de Bainbridge saluda a un alumno con un “hola de corazón a corazón”. Foto: Stephen Brashear

En Sta. Cecilia, los protocolos llevaron a la creación de un saludo especial para la mañana. La directora Susan Kilbane saluda a cada alumno con lo que denomina un “saludo del corazón”. Al salir un alumno del coche, ella y el alumno colocan sus manos sobre sus corazones, mirándose a los ojos, manteniendo la distancia. 

 “No podríamos tener las escuelas abiertas sin la cooperación de los alumnos”, expresó Kilbane.

Los protocolos permitieron a las escuelas católicas abrir para permitir la instrucción en persona, mientras que las escuelas públicas continuaban con clases en línea. 

Mientras tanto, las escuelas católicas han tenido un aumento en sus matriculaciones y listas de espera. De acuerdo con Kristin Moore, directora de marketing para la Oficina de Escuelas Católicas de la Arquidiócesis de Seattle, la escuela San Benito de Wallingford tiene una lista de espera por primera vez en diez años, y la escuela secundaria preparatoria Seton College en Vancouver experimenta ahora el mayor volumen de matriculación de su historia.  

“No solo estamos manteniéndonos a flote”, expresó Moore, “sino que estamos viviendo muchas cosas buenas”. 

En Sta. Catalina en Seattle, las nuevas familias son “definitivamente no-católicas, provenientes de escuelas públicas”, expresó la directora Pam Schwartz. Las nuevas familias por lo general conocían ya a otras familias con niños en la escuela, agregó, y simplemente quieren que sus hijos reciban instrucción en persona. 

 “Es una impresionante oportunidad para las escuelas católicas de atraer a nuevas familias y mostrarles  la Iglesia”, explica Schwarts. “Espero que vean los beneficios y que elijan quedarse. Es como nuestro momento de brillar”.

Colaboración entre directores

Otro resultado inesperado pero positivo de explorar la educación en tiempos de pandemia es un aumento de la camaradería entre los directores de escuelas católicas. 

Cuando comenzó la pandemia del COVID-19, la oficina para escuelas católicas de la Arquidiócesis de Seattle estableció reuniones virtuales diarias para que los directores pudieran conversar sobre todos los temas, desde el software de instrucción remota, índices de infección en sus comunidades, hasta cómo construir divisores de plexiglás para los pupitres en las aulas. 

 “La colaboración entre los directores ha sido fundamental”, relató Rodrigues. “Como directores abrumados, el poder apoyarnos unos en los otros para investigar ideas es clave”. 

En la Escuela Reina de los Ángeles en el condado rural de Clallam, el director Thomas Cody McDonald expresó que, en años anteriores, a veces se ha sentido aislado del resto de la arquidiócesis. “Edificar la camaradería entre los directores, en lugar de reunirnos solo unas pocas veces al año — esto realmente ha sido una de las experiencias más positivas”.

Alumno en un aula de la Escuela Santa Cecilia escucha a un compañero que sigue instrucción remota, en el lado derecho de la pantalla. Foto: Stephen Brashear

Niños en las aulas

Jennifer Arthur, maestra de tercer grado en Santa Catalina, comentó que la relativa normalidad de regresar al aula ha sido saludable para ella, así como para los alumnos. Puede notar una mejoría en su estado psicológico. 

 “Están mucho mejor”, expresó. “Pueden estar con sus amigos en el receso. Pueden actuar más como niños en el aula, que en línea”. 

Su clase regresó a la instrucción en persona en noviembre, y para principios del año, todos sus alumnos estaban en clase, a excepción de uno. Jett Clack fue el único participante por Zoom, y su rostro se proyectaba en un gran monitor en el aula. 

 “Cuando supimos que el resto de su clase había regresado, tuvimos sentimientos encontrados”, explica la madre de Jett, Katie Clack. Jett tiene un problema de salud que le hace, tal vez, más vulnerable a sufrir los efectos del COVID-19. “Nosotros sabíamos que no podíamos enviarlo a la escuela. Las consecuencias de contraerlo serían demasiado grandes”. 

Pero luego de meses de instrucción en línea, Clack notó que su hijo estaba experimentando lo que ella llama “grave ansiedad de Zoom” y un deterioro en su rendimiento académico. La familia consultó con los doctores de Jett, quienes dijeron que no habían observado a ningún niño extremadamente enfermo ni hospitalizado con COVID-19. Ellos explicaron que los beneficios de ir a la escuela eran mucho mayores que los riesgos. Katie, quien es trabajadora de la salud, también notó que Santa Catalina “estaba tomando todas y aún más de las precauciones necesarias”.

Entonces, a mediados de febrero, Jett Clack regresó al aula después de casi un año. Su maestro lo recuerda muy bien. 

“Los alumnos tuvieron una gran sorpresa”, relató Arthur. “La alegría de ver a este niño de nuevo en persona — sus rostros, sus risitas, su emoción. Fue algo tan reconfortante de ver”. 

Los Clacks expresaron que no se arrepienten en lo más mínimo de su decisión de enviar a Jett de nuevo a la instrucción en persona, y que él ha recobrado su confianza y motivación por el aprendizaje”. 

 “Sí, me siento muy afortunado de haber formado ya parte de esta comunidad y de que hayan podido conseguir que se hiciera realidad la instrucción en persona”, manifestó Clack. 

 Noroeste Católico – Mayo 2021