Las escuelas católicas atienden la demanda de un programa de educación temprana

En sus inicios, el programa de preescolar de la Escuela St. Joseph en Vancouver funcionaba en una sola aula en el antiguo salón de la iglesia, un pequeño edificio en el lado norte del campus.

En aquel entonces, el preescolar era principalmente para padres que querían darles a sus hijos una introducción a la escuela antes de enviarlos a Kindergarten. Pocos estaban interesados en las opciones para todo el día, pero los tiempos han cambiado. Con una creciente necesidad de cuidado infantil en el oeste de Washington, la demanda de educación temprana ha aumentado.

“Hay una gran necesidad y no hay suficiente espacio”, explicó Laura Veasy, directora del programa de preescolar de la escuela St. Joseph. Sus clases tienen una lista de espera cada vez mayor.

El programa de preescolar en St. Joseph ahora ocupa varias aulas, y también un encantador espacio para que los niños jueguen en el recreo. La escuela está a plena capacidad con 72 estudiantes, incluyendo tres clases de tiempo completo y un nuevo programa de verano.

Veasy manifestó que, si se agregara más clases, sin duda se llenarían.

Su programa no es un caso atípico.

Alrededor de 2.000 pequeños estudiantes asistieron a 56 programas preescolares diferentes en escuelas católicas arquidiocesanas el año pasado. Dieciocho de esos programas se agregaron después de 2019.

La educación temprana se ha convertido en una prioridad cada vez mayor para la oficina de Escuelas Católicas de la arquidiócesis, tan importante que ahora cuenta con personal dedicado exclusivamente al desarrollo de la primera infancia gracias a la financiación ofrecida por la organización sin fines de lucro Fulcrum Foundation, con sede en Seattle.

“La arquidiócesis realmente vio la educación de la primera infancia como una oportunidad para extender nuestro ministerio a más estudiantes y más familias”, declaró Nicholas Ford, superintendente de escuelas católicas en la arquidiócesis.

Unos 2.000 estudiantes asisten a 56 programas preescolares en escuelas católicas de la Arquidiócesis de Seattle. (Foto: Cortesía de Fulcrum Foundation)

La expansión de los programas de educación temprana, agregó Ford, cumple tres propósitos: difundir el Evangelio a más personas, servir a las familias que ya están inscritas en escuelas católicas y responder a la necesidad de la comunidad de cuidado infantil.

El auge de los programas de educación temprana en la arquidiócesis ha producido un aumento de 500 lugares durante la década pasada, hecho impulsado por el apoyo de la Fundación Fulcrum.

Fulcrum fue fundada en 2002 bajo el liderazgo del arzobispo Alexander J. Brunett y el padre Stephen Rowan como una organización aparte sin fines de lucro para apoyar a las escuelas católicas en la Arquidiócesis de Seattle. Durante el año escolar 2022-23, Fulcrum proporcionó alrededor de $3 millones en subvenciones de asistencia para la matrícula a estudiantes de escuelas católicas.

Guiados por su fe católica y la investigación sobre el crecimiento del cerebro antes de los 5 años, el filántropo local Dick Abrams y su difunta esposa, Sharon, iniciaron el Fondo Fulcrum para la Educación Temprana en 2019. Desde entonces, cada vez son más los donantes que se suman a la causa.

Ahora bien, el Fondo Fulcrum para la educación temprana financia el plan de estudios y los suministros, así como pequeñas subvenciones para mejoras de infraestructura en escuelas de toda la región. La subvención promedio para el último año escolar fue de $2.130.

St. Joseph recibió una subvención hace varios años, la cual ayudó a financiar la segunda clase de preescolar a tiempo completo.

“Hay una gran necesidad de programas de calidad para niños de esa edad”, manifestó Amy Hall, directora de desarrollo y promoción de Fulcrum.

Los estudiantes de preescolar de la escuela Christ the King en Seattle disfrutan del tiempo al aire libre y del aprendizaje en el aula. (Foto: Cortesía Fulcrum Foundation)

Dave Mayer, director de educación temprana de la Oficina de Escuelas Católicas de la arquidiócesis, trabaja individualmente con los programas católicos de educación temprana para ayudarlos con cosas como las licencias y la expansión.

“Ser testigo del gran trabajo que se ha estado realizando ha sido bastante inspirador”, expresó Mayer.

La escuela St. George en la zona de Beacon Hill, en Seattle, atiende a un conjunto diverso de casi 300 estudiantes en los grados Pre-K a 8.

“Especialmente con las familias trabajadoras, hay mucha necesidad de cuidado infantil”, declaró Monica Wingard, quien ha sido directora de St. George por los últimos 13 años. Durante su mandato, la demanda de cupos para preescolar ha crecido. La escuela ha agregado alrededor de 10 lugares desde entonces, por lo cual el programa funciona a plena capacidad.

Hay valor en la educación temprana, manifestó Wingard.

“Les proporciona una base sólida para prepararse para el kindergarten”, expresó. La educación temprana nivela el campo de juego para los estudiantes de diferentes orígenes, de modo que todos obtengan los mismos conocimientos básicos, como los números, el alfabeto y las reglas de comportamiento dentro del aula, añadió.

“El elemento holístico para nosotros ha sido ver a los estudiantes crecer y prosperar desde esa temprana edad”, expresó Ford, el superintendente.

Varias zonas del oeste de Washington, incluyendo las áreas de los condados de Clark, King, Kitsap y Snohomish, se consideran “desiertos de acceso al cuidado infantil”, es decir, regiones con un escaso suministro de cuidado infantil con licencia para niños menores de 5 años, según el Departamento de Niños, Jóvenes y Familias del Estado de Washington.

La demanda de cuidado infantil está, de cierta manera, preparando el terreno para que existan más opciones de educación infantil en las escuelas católicas. Y aunque la expansión de la educación temprana en la arquidiócesis no ha resuelto el dilema del cuidado infantil, una década de expansión enfocada en la capacidad preescolar en toda la arquidiócesis seguramente ha ayudado.

“Poder hacer eso es realmente significativo para nosotros y para el estado”, manifestó Ford.

Y la decisión de adoptar la educación temprana ha “fortalecido nuestras escuelas”, continuó Ford. Se pueden aprovechar mejor las instalaciones y las escuelas se centran más en un crecimiento intencional, añadió.

“Realmente ha permitido que el resto del ministerio prospere”, declaró Ford.

Wingard expresó que el programa de preescolar de St. George se ha beneficiado con más alumnos en su escuela.

“Los padres se enamoran del programa y de la comunidad”, manifestó. “Quieren que sus hijos permanezcan allí”.

Ese es un fenómeno que también se observa en otras escuelas católicas, ya que los programas de educación temprana han ayudado a aumentar la matriculación.

“Es un lugar fabuloso para que nuestras familias experimenten la educación católica”, concluyó Hall.

Northwest Catholic — Agosto/Septiembre 2024